Disponer de un buen layout
y distribución de la superficie de venta, es conseguir que el cliente recorra la totalidad de la tienda, permanezca el
máximo de tiempo posible en ella y que la estancia en el punto de venta le sea
agradable y cómoda.
Si conseguimos unir estos
elementos de recorrido-permanencia-comodidad, tenemos la venta asegurada, solo
falta disponer de un producto acorde con la demanda o necesidad por la cual nos
visita el cliente, tanto en precio, en calidad, en presentación, etc.
Una vez hemos dispuesto una
distribución interna acorde con nuestra gama de productos, al tipo de establecimiento,
a su morfología y nuestro público
objetivo, debemos analizar y tener en cuenta otros aspectos para que todo sea
efectivo, como son la velocidad de la marcha, la permanencia, el sentido
de la circulación en la tienda... ya que todo cuenta y es necesario para
conseguir nuestro objetivo.
Otra variante más de todo
lo comentado es lo que denominamos zonas calientes (aquellos
emplazamientos donde la venta de cualquier producto expuesto es mayor, por
metro lineal, que la media del establecimiento, y en los que confluye el mayor
número de clientes) y zonas frías (aquellos lugares del punto
de venta cuyo rendimiento a nivel de ventas está por debajo de la media
general).
Con estas zonas cerramos el
circulo de la movilidad, ya que por lógica siempre vamos donde mayor atracción
tenemos y justamente es donde confluyen o transitan la mayoría de los clientes.
Si el flujo de clientes o
movimiento interior entre zonas calientes y frías no lo tenemos bien
desarrollado, se generará un embudo que ralentiza y perjudica dos de los
factores comentados anteriormente: la velocidad de la marcha, que tiene que ser
constante y pausada y el sentido de la circulación del recorrido.
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